lunes, 26 de abril de 2010

La maldición transmontina


Dos ciudades muy parecidas, Bragança y Zamora, hay multitud de cosas que les une, a pesar de ser dos pueblos que hemos vivido a espaldas del otro, separados por una frontera durante siglos, enfrentados en guerras y actualmente unidos bajo la misma bandera, la Europea.
El parecido se ceba, tristemente, en los problemas sociales y políticos, que ambos pueblos tienen de manera calcada. Las dos sufren el ser ciudades del interior de sus respectivos paises, ciudades sin importancia para el resto de sus compatriotas, solo son noticia si protagonzan alguna desgracia o suceso.
El marcado carácter rural les ha condenado a sufrir, como ninguna otra zona, la despoblación y la huida de los jóvenes. El marcado envejecimiento de la población dificulta el poder afrontar cambios, desarrollar nuevas políticas, cambiar actitudes y progresar. El marcado acento conservador de la sociedad complica el progreso y el futuro a los pocos jóvenes que quedan.
En ambas zonas la derecha lleva gobernando más de 14 años seguidos. En todos estos años la derecha ha incentivado el desarrollo de focos de especulación (con el suelo, obras y dinero procedente de Europa y del Estado) con lo que unos pocos amigos del poder se han podido hacer de oro.
Mientras a la ciudad se le engalana con grandes obras para hacer bonitos parques, rotondas, aceras y avenidas, el resto de la ciudadanía está completamente abandonada. La población joven no recibe ni un Euro, no se invierte en juventud, y el resultado directo es evidente, en ambas ciudades los jóvenes huyen.
Con todo esto se comprende tanta despoblación y tan poco futuro, ya que pensar en que esto es una maldición divina es justificar la inutilidad de la derecha a la hora de gobernar en las tierras de Tras os Montes y Zamora

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