Cuando Iker Casillas vino a este mundo el peso deportivo de España a nivel internacional era casi nulo. ¿De dónde viene la explosión de fuerza y resultados?
Las Olimpiadas de Barcelona 92 nos abrieron los ojos al mejor deporte internacional. De esta cita deportiva nacen todos los planes de fomento del deporte, que desde años anteriores al 92, se empezaron a desarrollar por toda España. Se multiplicaron las inversiones en instalaciones deportivas, se formalizaron becas deportivas, centros de alto rendimiento, medicina deportiva, ...
Es aquí, en el nacimiento de esta apuesta política por el deporte, donde comienza el cambio de la mentalidad española hacia el deporte y los deportistas. Dejan de ser uno vagos, para pasar a ser representantes de todo lo mejor de este país, unos héroes nacionales.
La generación nacida en los ochenta, creció con los éxitos del ciclismo a finales de esta década con Perico y con Indurain, ambos forjaron, en lo más profundo de la conciencia de todo niño de los ochenta, la humildad y sencillez ante el éxito. Poco después vinieron los éxitos en el tenis, atletismo, waterpolo, balonmano, ... Y el testigo lo cogieron las categorías inferiores de los deportes rey: baloncesto y fútbol, ganado mundiales juveniles y europeos (preludio de lo que hay ahora).
La unión de la apuesta política, la planificación, la suerte de tener éxitos individuales, el mestizaje (gracias a la inmigración) y el inmejorable marco de nuestro país, con muchas horas de sol, montaña, mar y excelentes espacios naturales, son el caldo de cultivo de una casta de deportistas grandiosos.
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